De la misma manera que las empresas como espacios de trabajo reproducen la discriminación, para el diseño de sus productos y servicios suelen retomar las ideas que existen en la sociedad acerca de las conductas y actitudes que se consideran apropiadas para mujeres y hombres. Esto puede ocasionar que los estereotipos de género se transmitan a las estrategias que utilizan para llegar a su mercado.

Aunque queda mucho por avanzar, los países de ALC son –en comparación con el resto del mundo– los que mayor crecimiento en la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo han experimentado durante las últimas dos décadas, lo cual tiene implicaciones en cuanto a su poder adquisitivo y de ahorro. Comprender los intereses y las expectativas de las mujeres es positivo tanto para las empresas como para acortar las brechas de género. Por ejemplo, en la región todavía existen pequeñas diferencias en el acceso de las mujeres a teléfonos e internet móviles. Las principales barreras que ellas declaran son asequibilidad, seguridad y habilidades. Conocer y satisfacer estas necesidades representa una oportunidad para llegar a un mercado no atendido, al mismo tiempo que puede tener beneficios para ellas en términos de conectividad y acceso a todo tipo de información.

Se requiere que los negocios enfoquen su atención en las mujeres y las niñas como consumidoras, y las consideren en los procesos de diseño, producción y comercialización de productos y servicios, sin reforzar los estereotipos de género, sin contribuir al incremento de las brechas de desigualdad y sin sobreprecios.