Las empresas tienen la responsabilidad de mantener ambientes libres de violencia y discriminación, con igualdad de oportunidades y de trato, y pueden contribuir de forma significativa a la redistribución del trabajo doméstico y de cuidados que cotidianamente realizan las mujeres. La implementación de medidas de corresponsabilidad vida laboral-vida personal que tomen en cuenta la diversidad de hogares, el impulso a la trayectoria profesional de sus empleadas –sin castigarlas por el tiempo dedicado a la licencia de maternidad y a los cuidados, o por no extender la jornada fuera de los horarios establecidos por la organización–, las salas de lactancia y el otorgamiento de licencias de paternidad más prolongadas e intransferibles, son prácticas que establecen un piso mínimo para reconocer el trabajo no remunerado y favorecen su repartición igualitaria, con las que se contribuye a remover las barreras que enfrentan las mujeres para ingresar y permanecer en el mercado laboral.